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lunes, febrero 03, 2014

Hoy he visto (Relato)

Los vi en la tienda, sus rostros no tenían arrugas. Ella, un poco más alta debido a los tacones que aumentaban unos centímetros de estatura. 
El, tenía la mirada firme, el rostro pacífico.
Ella estaba decidida en las cosas que compraría para la casa , y El atento a sus deseos caminaba sin prisa. Ambos reían, cómplices de algo que el resto de los mortales que pasillábamos los largos tramos de productos no sabíamos.

Entre una vuelta y otra los perdí de vista, yo llevaba tanta prisa que de vez en cuando les veía tomar algo en las manos y subirlo al carrito, mi tiempo estaba muy limitado como casi siempre. Sin embargo ellos, no parecían afectados por el mismo factor "tiempo",angustias... 
Al llegar a la salida , de nuevo estaban delante de mi, pero esta vez todo a mi alrededor pasaba en cámara lenta, incluyendo las rueditas del carro de compras. Por un instante, mi prisa se fue deteniendo.

Vi sus rostros y sonreí de nuevo, esta vez los noté más radiantes que nunca. Pero, había un detalle, algo que no podía pasar desapercibido: El, un hombre joven, elegante y fuerte, Ella, una hermosa mujer joven y esbelta continuaban sus pasos hacia el parqueo del supermercado después de haber hecho sus compras, completamente relajados y felices, tan felices que, el bastón que apoyaba la mano fuerte y varonil de aquel hombre, sostenía una pesada carga. Una prótesis que cubría la ausencia de su pierna izquierda debajo de aquel pantalón de tela fina y gris. Por eso caminaban lentos, por eso sus pasos iban reducidos... Por un instante me pregunté: ¿Por qué llevo tanta prisa si al final lo que importa es esto? Eso que estaba ante mis ojos, los dos a la par, al mismo ritmo, en la misma sintonía y con la ausencia de una parte de su cuerpo pero que al final no hacía tanta falta si, se tenían el uno al otro. Un par de almas caminando por la vida obedeciendo a los votos que habrán hecho, o tal vez no lo hicieron nunca pero, se prometieron caminar aunque las tempestades se llevaran lo poco o mucho que les quedaba. La vida, el amor los mantenían vivos, el saber que ella sí estaba a su lado no porque no era el ser que conoció años atrás físicamente, pero sí el que la hacía muy feliz.


A veces el cuerpo está sano, pero la mente más paralitica que alguien que no puede caminar, que no puede ver, que no puede oír. Más aburridos que si estuviésemos en una Isla desierta, y mas mal agradecidos con Dios que permite tener gente a quien amar, a quien cuidar, con quien llorar, con quien reir. Esa capa de afuera solo es una armadura que tenemos que llevar y  que no sabemos hasta que dia, hora y minuto estará con nosotros. A veces el mundo está tan mal, la gente muere triste por no tener la dicha de contar con un hombro, con una lágrima secada con otros dedos.

El miedo es válido, lo llevamos en los huesos, en la sangre.Pero cuando se permite que ese miedo quite lo que tenemos de valor, arranque la luz del sol y lo convierta en tinieblas, se lleve el impulso, las fuerzas..... no vale un cuerpo sano caminando vacío ,y sin alma. 


Dedicado a ese par de desconocidos que cambiarán el pensar de mucha gente que lea este relato.

Por Adriana W. Hernández 2013
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