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sábado, marzo 03, 2018

ANTES QUE SALGA EL SOL .



Antoine llegó ese día a la casa y Soledad se encontraba llorando recostada en su cama con la cabeza puesta en una almohada tejida por ella misma. Estaba hecha un mar de lágrimas la pobre mujer de 33 años. La hija mayor dormía a su hijo en las piernas y las demás limpiaban un poco la casa. Pablo, por el contrario, se encontraba enganchado de un árbol de mangos jugando. Por lo menos él pudo darse el lujo de ser niño y no trabajar un solo día.
-¿Fue mi padre otra vez? –preguntó Antoine a su hermana. Ella asintió. Sus hermanas todas tenían una estatura bastante alta. Ya a Antoine se le ocurría la idea de ponerlas en una disciplina deportiva para que salieran con algo más que con un embarazo. Aunque eran mayores que él, parecía todo lo contrario por la manera en que se manejaba el chico.
Antoine se imaginó que su padre se había marchado por tercera o cuarta vez del hogar y esa era la razón de las lágrimas de su madre. Entonces apretó los puños, miró hacia la cama de Soledad y vio esa figura de mujer esbelta, joven y mulata. Completamente abatida y enamorada. Si eso era un matrimonio, entonces estaba confundido de lo que realmente quería.
Ni siquiera preguntó nada a su madre, solo fue a darse un baño y luego, tomó unas chanclas, uno de sus dos pantalones y una camiseta. Salió disparado de la casa con intenciones de correr sin detenerse. Lo único que quería era huir, no ser el chico estudioso ni tener aspiraciones. Deseaba convertirse en uno de los maleantes del barrio. Algo común y menos estresante. O tal vez ser un mujeriego como su padre.


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