Esta historia se desarrolla en Puerto Rico, Isla ubicada en el Caribe.
Vivir
sola tiene sus ventajas, en especial cuando puedes pasearte desnuda por todo el
departamento sin encontrarte con alguna room mate teniendo sexo por toda la
casa y perturbando tu intimidad. Ese era el caso de Valeria, llegaba del trabajo a las 5 o 6 de la tarde,
llena del smog de la ciudad y como cualquier mujer soltera, lo primero que le
llegaba a la cabeza era quedarse con el traje de Eva.
Valeria
desconectaba el móvil inmediatamente pisaba su departamento. Lo último que
quería era escuchar la retahíla de su jefa pidiéndole cosas extras. Que si los
papeles del contrato, el cliente tal…. Pero ese día viernes, había
olvidado por completo apagar el maldito móvil y ahí estaba María, la jefa, preguntándole
por séptima vez en menos de 12 horas que cuál era la clave para verificar su
correo desde la notebook.
— ¿Cuándo vas a aprender Vale? —se reprendió después
de contestar el teléfono. ¿Ni siquiera se podía respirar un poco de aire fresco
fuera de la oficina? Negó repetidas veces mientras metía el aparato de última
tecnología debajo de la almohada y le daba de comer a “Juicy”, su perrita y compañera de vida.
Estaba más que claro que tanto el encargado del departamento como los vecinos,
no aprobaban que tuviera mascotas, pero es que, se la encontró sin hogar la
pobre y tuvo que darle alojamiento, como toda una madre en potencia.
Se dispuso a tomar un yogurt de la nevera, le
encantaba el de fresa, porque iba con ella, con su personalidad. Saborear la
crema y dejarla recorrer por la lengua y el paladar era un placer similar a
tener un orgasmo.
Un viernes a las 7 de la noche y sin plan alguno de
salir a la calle para vivir la vida loca, le hizo disparar una alerta en su
interior: Se estaba volviendo vieja y tenía 29 años. Diablos, pensar que hacía
poco era una niñita que revoloteaba entre las piernas de papá y mamá. Se le
hizo un nudo en el estómago. Definitivamente el tiempo pasó demasiado de prisa
y ella ni cuenta se dio. De pronto vendrían las jodidas arrugas y ya nadie la
vería como un bombón sexy y asesino.
A Valeria le atormentó ese pensamiento y después de
revisar su correo personal y percatarse que, una de sus mejores amigas y la
última que quedaba por casarse, le estaba enviando una foto con el anillo de
com-pro-mi-so. ¡No, eso no le estaba pasando a ella! pero si Ash tenía dos años
menos que Vale! Lo menos que debía pasar de acuerdo a las leyes naturales de la
vida es que Valeria se casara primero, no Ash. Pero, ok, volviendo al tema. El
corazón se le quiso salir por un hueco en medio de sus pechos bien voluptuosos
que ahora estaban bastante puntudos, pero no por excitación, sino por rubor.
—¿Viste la foto de Ash? —dijo Connie mientras aparecía
por skype luego de lanzar un grito ensordecedor por la emoción.
—Sí, está divino el anillo. —Valeria estaba feliz por
Ashley. En serio que lo estaba, pero, sabía que el siguiente comentario la iba
a molestar un poco:
—¡Solo faltas tú morena! Espero que este nuevo año,
encuentres el indicado hermana, ya es hora.
Connie tenía la razón y lo decía con buenas
intenciones pero Valeria estaba un tanto sensible a ese tema. Y mira quien lo decía, la niña perfecta que
conoció el amor de su vida a los 15 años y tuvo su propio cuento de princesas.
Connie celebró su fiesta de quinceañera con un verdadero paje, parecía una boda
en miniatura. El mejor salsero de Puerto Rico amenizó la noche y nada menos que
a los 19, ya Federico le había propuesto matrimonio. Y se alegraba, en serio,
pero si Connie no tenía idea de lo que era terminar relaciones amorosas,
tintarse el pelo cada cierta temporada para llamar la atención, lidiar con
tipos de toda clase y bueno… terminar con el cerdo de su ex que le había pegado
los cuernos con alguien que ella odiaba a muerte. ¿ y quiere darle consejos
para encontrar el indicado? Pero si Valeria podía escribir un manual sobre cómo
encontrar un patán cada mes.
Después de
cerrar la pantalla de la laptop, se rascó una ceja mientras Juicy la miraba con
un signo de interrogación imaginario en su rostro peludo.
Valeria tenía que darse una ducha de esas que duraban
un buen tiempo. Recostarse en la bañera a mirar hacia el techo, escuchar música
de los 80…. Esto podía también ser un signo de que estaba varada en el tiempo,
o que, por el contario adoraba a los Bee Gees. ¿Qué de malo tenía eso?
Al salir de la tina, sonó el timbre. Después de
preguntar varias veces, nadie respondió. Debía ser uno de esos personajes que
vivían eternamente perdidos, le dan una dirección y tocan en el departamento de
al lado. Definitivamente ese viernes no se iba a relajar en casa.
Hizo un listado de gente que podría estar disponible para
salir esa noche: Josefina… no, esa debía estar con el novio cenando en París y
despertando en Milán. Resopló, ya llevaba 5 nombres tachados en la lista. ¿Alguien
del trabajo? ¡Pero si en el trabajo sólo estaba Valeria, la jefa y el
mensajero! Y a decir verdad, el mensajero no tenía nada de apetecible ni
amigable. Era uno de esos Nerds pero con bigote enrollado a ambos costados de la
comisura de la boca. Se reprendió a sí misma cuando recordó semejante cosa.
Entre nombres, una música de fondo y una pregunta
existencial sobre su edad y lo que pasaría en el futuro de soltera, se quedó
rendida y Juicy recostada a sus pies en el sofá blanco de la diminuta sala.
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